Que cada vez se usan más bicicletas por las ciudades como transporte habitual, es un hecho indudable. Que cada vez son más las personas que se animan a montarse en una para desplazarse de un punto a otro en su lugar habitual de residencia, es una actitud cada vez más en alza. Qué es contagioso, ya lo sabíamos… pero había que dar los primeros “pedaleos”.
Por supuesto hay ciudades pioneras, tanto europeas como nacionales, que llevan años pedaleando y que son referentes mundiales, así que no tenemos la menor duda de que poco a poco seremos legión.
Una legión de “biciciudadanos” que abogan por la salud, por el deporte, por el ahorro y por ciudades más amables, más respetuosas con el entorno y sobre todo con las personas. Porque, como alguien dijo alguna vez, las ciudades o lugares que habitamos, están hechas para vivirlas y disfrutarlas, o así debería ser y como es bien sabido, caminando, en bici o en un medio de transporte público no solo conoceremos mucho mejor nuestra, a ciencia cierta, bella ciudad (¡anda! este edificio ..¿estaba aquí ayer?) sino que llegamos a los sitios mucho más relajados, con el sentido de la percepción más alto, el de la curiosidad más activado, el de la orientación más desarrollado y con una sonrisa ..y ¡cielos! puede que hasta nos sociabilicemos; eso que, hasta hace muy poco se denominaba:…”¿Y si preguntamos a alguien?”…Incluso corrías el riesgo de que ese “alguien” ante la duda de que te puedas perder te guiara unas calles más allá o incluso ya, rayando la locura, te acompañará hasta tu destino (gente así todavía existe. Doy fe).
Sin embargo, existen ciudades con algún obstáculo que otro que han frenado la proliferación de bicis en sus calles.
Con lo cual y llegados a este punto damos dos datos obvios:
1. Existe un elemento incompatible con viajar en un medio de transporte público y observar lo que nos rodea. El inseparable móvil. Elemento que nos impide levantar la cabeza y mirar alrededor.
2. Existen ciudades construidas en laderas de montes o en lo que fueron valles entre montañas y que con el tiempo fueron ganando terreno hacia las alturas, con lo cual, o tenemos un par de piernas muy robustas y una bici muy potente, o seguiremos sin animarnos a desempolvar la bicicleta y usarla.
Reflexiones que nos han llevado a la conclusión de que: ”no hay mal que por bien no venga” ni “mal que cien años dure” o lo que es lo mismo, La bicicleta eléctrica: Medio de transporte que nos permite llevar la cabeza alta disfrutando del entorno (siempre con un ojo puesto en el asfalto) y subir cuestas sin despeinarnos.
Esta conclusión y el hecho de vivir en una ciudad pequeña como Bilbao, (también conocida como “El Botxo” osea agujero) que se atraviesa en un pispás y donde sin embargo ganan por mayoría los vehículos de 4 ruedas contra los de 2, pero en la que se aprecia un, lento pero adecuado proceso de cambio para adaptarla a las bicis. por ende, a las personas, nos ha motivado a facilitar, desde nuestra modesta posición, esta “revolución” de la bici eléctrica.
Tucano y Mihatra, alguna de las marcas pioneras.